En Capadocia

Esas cosas sencillas que azuzan la mente y solazan el espíritu.

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Lugar: Madrid, Spain

... un asilvestrado con una ligera capa de civilización.

12.11.04

Escarnio, de Raúl Cerezo.




* Dirección: Raúl Cerezo
* Guión: Ángeles G. Rivera
* Producción: Vanessa Alonso, Pedro López Calderón, Lourdes Pérez Cerezo
* Fotografía: Álvaro Germán Vilela
* Montaje: Francisco García Cepas
* Música original: Iván Espino
* Dirección artística: Raquel Montero
* Vestuario: Esther Sánchez
* Interpretación: Belén Ponce León, Ignacio Gijón, Pilar Serrano, Sara Peña, Javier Páez
* Duración: 25 minutos
* Nacionalidad: España
* Año de producción: 2004

Antes de comenzar a escribir sobre este trabajo, busco en el diccionario y leo… Escarnio: Burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar; y ciertamente se trata de una burla de dimensiones cósmicas. La historia que se nos cuenta es brutal y cruel, donde unos personajes sin virtudes ni defectos conocidos, son sometidos a una dura prueba por el mismo cielo. Aquí sobra cualquier consideración moral. Más allá de la esfera de lo humano, la providencia tiene sus motivos y propósitos, inescrutables e inapelables. No importa si el único ’pecado’ de nuestros protagonistas es la ignorancia, porque no hay triquiñuela posible para escapar a lo que el destino les depara. Si intentan zafarse de los dictados del espíritu, sólo conseguirán un fugaz espejismo; y al final… más dura será la caída.

Desde un punto de vista narrativo, Escarnio no emplea un leguaje realista tan común en el mundo del corto, sino que nos envuelve con imágenes y situaciones casi oníricas, sin apenas tierra firme bajo los pies (conceptualmente próximo a ’El laberinto de Simone’, de Iván Sáinz-Pardo). Y aunque efectivamente se inspira en ’La gallina degollada’, relato de Horacio Quiroga, la interpretación es bastante libre, sin reparos a la hora de incluir o eliminar personajes para dar el efecto deseado. Sazonado con algún guiño inesperado, como puede ser al cuento de ‘Ricitos de oro’ (tres tazones de leche, tres sillas…). Cuenta además con un personaje extra apenas apreciable pero determinante, es el propio Sol, siempre vigilante en el firmamento e implacable en el cumplimiento de unos auspicios mediante su ’encarnación’ o ’enviado’ entre nosotros, ese médico trajeado de negro con sombrero y sin rostro (que recuerda a los carteles publicitarios de El exorcista), encargado de desencadenar lo inevitable, mediante la entrega de algo tan aparentemente inofensivo como es un cuento infantil.



Otro aspecto interesante a resaltar es el tratamiento de los personajes y su entorno. En un medio rural, vemos una casa de mobiliario austero con apenas lo imprescindible, y unos habitantes volcados hacia adentro, conviviendo en soledad, reprimiendo su angustia e intentando ignorar lo que consideran una abominación… Se diría que poco a poco van muriendo por dentro (buen trabajo de maquillaje, dejando claro los dieciséis años transcurridos). En cuanto a las interpretaciones, Belén Ponce León (madre), Ignacio Gijón (padre), y Javier Páez (médico) tienen unas intervenciones notables. Pero personalmente me llamó la atención Pilar Serrano (tía), por expresar tanto sin decir una sola palabra. Igualmente, me agradó mucho el trabajo de Sara Peña (hija), auténtica revelación y hasta ahora modelo publicitaria.

Técnicamente, Escarnio es un trabajo muy bueno. Con un guión donde el propio Raúl Cerezo y Ángeles González Rivera consiguen un buen equilibrio entre unos diálogos creíbles y una voz en off sin excesos. La fotografía es lo que posiblemente más llama la atención, quizás por esos contrastes tan marcados, y un color que delimita perfectamente las fases ’reales’ de las que parecen casi una ’ensoñación’ inducida en la hija, que finalmente decide emular el cuento infantil (me gustaría saber cuánto de trabajo con filtros durante el rodaje o de postproducción hay en todo esto). Pero es que además, aparte de un montaje muy solvente, los encuadres de ciertos planos y su propia composición resultan de lo más artístico, se diría que parecen un cuadro o incluso una postal. En cuanto al ritmo del corto, sientes que se acelera a medida que avanza la historia, con un final trepidante, y todo ello perfectamente subrayado por el trabajo de Iván Espino en la composición de la banda sonora, y aderezado con unos efectos especiales de esos que no distraen la atención pero son perfectamente visibles (¿cómo se hace para que el Sol recorra el cielo a esa velocidad, mientras el resto se mueve pausadamente?).



Sin embargo, parte de las virtudes de Escarnio puede que sean a la par sus defectos. Supongo que en el mundo del cortometraje, en muy pocas ocasiones se puede trabajar con los suficientes medios como para que el autor quede satisfecho de su obra; pero entiendo que un trabajo tan pulido y con tanto detalle rozando el preciosismo, para el espectador medio puede tener el mismo efecto que un refinado perfume, y que para algunos olfatos tenga un aroma demasiado fuerte y concentrado. Por otra parte, abunda en efectismos a contraluz, planos cortos y otros con rostros muy expresivos que no articulan palabra, más propios del cine mudo, y que por tanto no es fácil que sean apreciados por el público actual no especializado.

No me gustaría dejar de mencionar la cuidada edición del DVD en la que Escarnio se presenta, con la opción de audio en estéreo o en 5.1, y subtítulos en inglés. Además incluye entrevistas con los responsables de distintas áreas del corto, un perfil del director, una galería de fotos, un trailer y extras ocultos (un reportaje durante el rodaje en Navalcarnero, y el anterior corto del director Lenguas). Aunque hay algunos detalles de navegación que se podrían mejorar, por ejemplo para ver los extras hay de pasar previamente por el visionado del corto, y eso a veces se hace pesado. Por otra parte, se nos remite a la página web www.escarnio.com que hasta la fecha no existe.



Con todo, creo que Escarnio es un corto que hay que ver, sobre todo para comprobar el trabajo, dedicación y casi mimo con los que se ha realizado. Y es que a fin de cuentas, trece días de rodaje con un buen presupuesto y unas cien personas involucradas en un mismo proyecto, dan para mucho. Además, en lo personal, tiene un efecto sobre el espectador que me gusta, uno se queda después del visionado haciéndose preguntas y replanteando situaciones: ¿Por qué ninguno de los personajes tiene nombre?, ¿la moral es un absurdo que nos inventamos para dar sentido a la vida?, ¿por qué los niños enferman precisamente de noche y se activan por mandato del Sol?, ¿qué sentido tiene que los trillizos meningíticos hagan interferencias en la radio?, ¿son los tres chicos perniciosos para el resto o simplemente padecen los males del mundo?, ¿quién hizo los dibujos que la niña recoge junto al pozo, y qué representan?, ¿tiene algún poder especial el ejemplar de ’Ricitos de oro’ para que el médico vuelva a por él?, ¿hay algo de justicia divina en el hecho que al final la tía vuelva a poder ser feliz, y los padres retornen a una convivencia aciaga?… Muchos interrogantes, a los que cada espectador debe buscar respuesta.

(Miguel Angel Gómez González)
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