En Capadocia

Esas cosas sencillas que azuzan la mente y solazan el espíritu.

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Lugar: Madrid, Spain

... un asilvestrado con una ligera capa de civilización.

19.12.04

7:35 de la mañana



  • Dirección: Nacho Vigalondo
  • Producción: Ibarretxe & Co. S. L.
  • Productores ejecutivos: Eduardo Carneros y Javier Ibarretxe
  • Guión: Nacho Vigalondo
  • Fotografía: Jon Díez
  • Música: Fernando Velázquez
  • Canción "7:35 de la mañana": Nacho Vigalondo
  • Coreografía: María Ibarretxe
  • Montaje: Javier Díaz Vega
  • Dirección artística: Guillermo Llaguno
  • Sonido: Cristian Amores y Francisco Javier Ortíz Fulton
  • Intérpretes: Marta Belenguer, Nacho Vigalondo, Antonio Tato, Borja Cobeaga, Javier Reguilón.
  • Duración: 8 min.
  • Formato: 35mm. 1,1:85
  • Color: Blanco y negro
  • Sonido: Dolby SR

Hablar del cántabro Nacho Viganlondo, no es en principio sencillo. Quizás en parte por ser una de las caras más conocidas del mundo del corto para el espectador no especializado… y es que en la ‘caja tonta’, lo mismo te lo encuentras anunciando hamburguesas, que montado con otros dos tipos en un burro para vender gafas, e incluso voceando por las ventanas en busca de Paul McCartney. Pero seguramente la dificultad radica en el propio carácter polifacético de Vigalondo, que lo evidencia como una personalidad prácticamente inclasificable. Acostumbrados a biografías dedicadas casi en obsesiva exclusividad al cine, choca encontrarnos con este caso, pues igualmente trabaja como actor en una atracción de ‘El pasaje del terror’, que como guionista de ‘Gran hermano’; pero es que además, hace de pregonero para unos carnavales con la misma dedicación con la que presenta un festival de cine.



En el aspecto puramente cinematográfico, los antecedentes de Vigalondo los podemos encontrar en trabajos de vídeo como son ‘Snuff Movie’, ’Una lección de cine’, ‘Tomar algo por ahí y eso’ o la trilogía Dickiana ‘Código 7’. Como escritor, ha participado en los guiones de ‘El tren de la bruja’ de Koldo Serra, ‘Pornografía’ de Haritz Zubillaga, ‘Horas de máxima audiencia’ y ‘Noches transarmónicas’ de César Velasco Broca. El salto al largometraje, se prevé con un guión del mismo Vigalondo titulado ’Los cronocrímenes’ (¿hay algún productor presente?).

Pero centrémonos en lo que nos ocupa. Rodado en dos noches y media en el interior de un bar, se trata del primer trabajo de Vigalondo en 35 mm, y a fe mía que se ha volcado por completo en el proyecto. Porque no sólo es suyo el guión, la composición de la canción que da título al corto y la propia dirección, sino que además interpreta el papel protagonista donde canta y baila; e incluso rizando el rizo, entre los actores de reparto encontramos a ¡su propia madre!… ¿Se puede pedir mayor entrega?.



Por lo que he podido ver, ‘7:35 de la mañana’ es un cortometraje clasificado como ’musical’, pero me gustaría precisar un detalle distintivo al respecto. A excepción de las películas que retratan el mundo del espectáculo, los números musicales suelen ser un divertimento, llenos de fantasía y colorido que nos transporta un paso más allá del hilo argumental. Sin embargo, en el caso de ‘7:35 de la mañana’ la música y el baile son ‘necesarios’, formando parte indisociable de la trama. Y es que nos enfrentamos a un lobo con piel de cordero. Porque tras la aparente afabilidad e inocencia de la situación inicial, se oculta un auténtico drama personal, tan viejo como la propia humanidad. Y aquí nos topamos con otro aspecto destacable, pues al igual que en ciertas películas vemos planos que no captan la totalidad de los acontecimientos (quizás para conseguir un toque de naturalidad y a su vez dejar ‘algo’ de participación activa al espectador), en este trabajo de Vigalondo uno se encuentra de bruces con el desenlace de una difícil y tortuosa decisión ante una situación vital insostenible. Y es interesante comprobar como se consigue mantener una cierta tensión con el contraste entre planos de conjunto donde reinan el baile y la música, con otros con la sola presencia de Marta Belenguer, que presencia con cara atónita lo surrealista de todo ello.



Ambientado en un marco de lo más cotidiano y anodino, Nacho Vigalondo vuelve todo del revés con un lenguaje muy visual, plasmando una situación límite digna de Unamuno de un modo muy inmediato, sin artificios ni diálogos argumentativos innecesarios. No hay palabras que suplan esas miradas, los claro oscuros emocionales, en medio de una situación cada vez más desquiciada y explosiva. Todo ello tachonado de continuos contrastes, en planos donde un bailarín frenético se exhibe entre una multitud estática, o con la aparición fortuita del busto de Vigalondo con ese rítmico swing casi de dibujo animado, sin olvidar el patético efecto de una coreografía desastrosamente bien calculada.

Con todo, ’7:35 de la mañana’ resulta a primera vista un trabajo muy entretenido y divertido, que tras la sorpresa inicial, deja un cierto sabor agridulce dando pie a la reflexión y una animada charla. Y quién sabe, igual mientras comentas este corto, aparece Nacho Vigalondo ’haciendo ruidos raros y caminando con decisión’