Los hechos relatados en
Los gritos del silencio [The Killing Fields] (1984) están basados en el reportaje
"The Death and Life of Dith Pran: A Story of Cambodia", publicado en el
New York Times Magazine el 20 de enero de 1980; este artículo narrado en primera persona, lo escribe el periodista estadounidense
Sydney 'Syd' Schanberg que fue el encargado de cubrir el conflicto camboyano, y que en un anterior destino había sido corresponsal de la guerra indopaquistaní en Nueva Delhi; en Camboya conoce al reportero local
Dith Pran, con el que establece una relación en principio profesional como guía e intérprete, y que con los años se torna en amistad. Nos encontramos ante una película que dista mucho de los típicos relatos de hazañas bélicas. Nada de grandes gestas heroicas, ni de superhombres con misiones imposibles. El desastre que Schamberg nos muestra es real, los muertos de Camboya son reales, y la presente filmación transmite espléndidamente 'esa realidad' al presenciar tan espantoso
genocidio.
Pero antes de entrar en materia, veamos un poco el
marco histórico y social que precede a estos acontecimientos. Finalizada la II Guerra mundial, Japón abandona los territorios ocupados en el sudeste asiático, entre ellos está la
Indochina francesa que incluía a las actuales Vietnam, Laos y Camboya, las cuales vuelven a estar bajo la administración de Francia. Posteriormente en el lado vietnamita de la frontera camboyana,
Ho Chi Minh comandando la guerrilla del
Viet Minh, desata un largo conflicto armado contra el ejército francés por la independencia de Vietnam. En unos años, anticipando la pérdida de esta guerra, Francia da un giro a su política colonial en Asia; y entre otras resoluciones, el gobierno galo concede la total independencia a Camboya en 1953, dejándola bajo el gobierno del que fuera príncipe camboyano, el ahora rey
Norodom Sihanouk. Sin embargo, la posterior intervención de EEUU en Vietnam producto de la
Guerra Fría salpica las tierras camboyanas, donde tanto el ejército norvietnamita como la guerrilla del
Viet Cong se refugian con frecuencia. La debilidad del gobierno de Sihanouk le obliga a estrechar sus relaciones con China. Este giro por parte de Camboya pone nerviosos a los EEUU que convencidos de un efecto dominó del comunismo en el sudeste asiático, instiga mediante la CIA un golpe de estado en Camboya. Así, en 1970 se instaura el general
Lon Nol como nuevo jefe de estado, al que
Nixon en los cinco años siguientes aporta 15.000 soldados estadounidenses, y 1.600 millones de dólares (¡de los de entonces!). Este nuevo cambio de gobierno y de política por parte de Lon Nol en la órbita de EEUU, hacen a las facciones comunistas de Camboya sospechosas de colaboración con Vietnam del Norte, y ésto las obliga a refugiarse en lo profundo de la selva. Este grupo ahora clandestino, germen de la guerrilla del
Khmer Rojo, es dirigido por unos hombres instruidos en París, e influenciados por los intelectuales izquierdistas franceses. Entre ellos hay que destacar por su crueldad a
Saloth Sar, futuro líder del Khmer Rojo, llamado popularmente
Hermano Número Uno e internacionalmente conocido como
Pol Pot. Comienza entonces una desgarradora guerra civil en Camboya, punto de partida de la sobrecogedora historia de esta película.
Sydney Schanberg (
Sam Waterston) es un periodista excesivamente ofuscado por su trabajo. Obtiene sus nuevas exclusivas como corresponsal gracias al buen hacer de su compañero
Dith Pran (
Haing S. Ngor), cuya habilidad de negociación les permite obtener información donde otros fracasan. Llegan incluso a ser los únicos periodistas que presencian en agosto de 1973 el escandaloso resultado del bombardeo erróneo sobre el poblado de
Neak Luong por los
B-52 estadounidenses. Una acción terrorista en la capital
Phnom Penh (inspiradora escena para la reciente película
"El americano impasible") hace que Sydney comience a apreciar la auténtica dimensión del conflicto. Esta ciudad, apenas un año y medio después, en marzo de 1975, ya es asediada por las fuerzas del Khmer Rojo. Lo vertiginoso de estos acontecimientos y la falta de información veraz hacen de Phnom Penh un auténtico hervidero con más de dos millones de refugiados. En estas escenas podemos advertir las paradojas de una ciudad sitiada, donde por ejemplo, la población anda escasa de alimentos y sin embargo, están rodeados por cajas y cajas de
Coca-Cola. El desconcierto generalizado es tal, que es suficiente una conversación entre Sydney y el corresponsal británico
Jon Swain (
Julian Sands) para ilustrarlo:
Jon:
"Si la cosa se pone fea, lo mejor es ir a la embajada francesa."
Syd:
"¿Quién te lo ha dicho?"
Jon:
"La embajada inglesa."
Vemos explícitamente en esta filmación cómo el pánico recorre las calles de la capital, y de un modo similar al recreado en
'55 días en Pekín', se respira un ambiente de extrema tensión en las embajadas, en las que se van refugiando los periodistas de diversas nacionalidades, entre ellos el fotógrafo estadounidense
Al Rockoff (
John Malkovich) que juega un papel a contra reloj, fundamental para la trama. La situación se vuelve insostenible, con los hospitales atestados de heridos, nos horroriza oírle decir a un cirujano:
"Tenemos mucha sangre señores. Lo malo es que no está donde debe estar". La embajada estadounidense por su parte, se dispone para una desastrosa evacuación, con cientos de personas agolpándose en sus puertas. Estas escenas avergüenzan a Sydney, al cual un diplomático le da esta desalentadora explicación:
"La elección es brutal. Quedarse o seguir con vida". Aparece entonces un gran punto de inflexión en los destinos de Syd y Pran, auténtica piedra de toque para esta historia.
Pese a contar con la correcta interpretación de actores de cierto renombre, como
Julian Sands (Leaving Las Vegas, Una habitación con Vistas),
John Malkovich (El Imperio del Sol, Mulholland Falls , RKO 281) y
Sam Waterston (El Gran Gatsby, Capricornio Uno, Hannah y sus Hermanas), es sin duda el trabajo de
Haing S. Ngor (El Cielo y la Tierra) el que soporta espléndidamente la mayor parte del peso interpretativo. Su papel se torna en un iniciático viaje al inframundo lleno de incertidumbre, Ngor despierta en los espectadores una entrañable esperanza de superación ante la adversidad. Y uno se pregunta: ¿cómo un actor novel, puede tener una interpretación tan magnífica en un papel de tal calibre?. Sin duda, porque en cierta medida interpreta su propia vida. El actor Haing S. Ngor, que en la época de este conflicto era médico de profesión. Fue como tantos otros camboyanos, evacuado de su ciudad y trasladado al campo. Trabajó entonces durante cuatro años en condiciones de esclavitud, en los famosos campos de la muerte (
The Killing Fields) de la nueva
Kampuchea Democrática, de los cuales 1.700.000 camboyanos no salieron con vida. Contempló aterrado cómo se prohibe el dinero, la religión, la propiedad privada, las relaciones internacionales, e incluso la familia; por aquel entonces los niños acusaban de estos "
delitos" a sus propios padres ante el partido
Angka (
La Organización), que proclamaba una vuelta a las ancestrales comunidades agropecuarias autosuficientes, y condena cualquier influencia occidental. Ngor se vio obligado a ocultar su condición de médico, por lo que no pudo asistir a su mujer en un difícil parto prematuro, lo que a ella le costó la vida. A partir del declarado como
Año Cero de esta nueva Camboya, cualquier cosa que recordara a su pasado reciente se sancionaba con la pena capital: si hablabas francés estabas muerto, si tenías estudios superiores estabas muerto, si practicabas el budismo estabas muerto, incluso si llevabas gafas estabas muerto.
Ngor consigue escapar del país, y llega a Estados Unidos en 1980, donde no se reconoce su título de medicina. Conoce al director cinematográfico
Roland Joffé (La Misión, La ciudad de la Alegría), que le ofrece interpretar a Dith Pran, en la adaptación británica que
Bruce Robinson (guionista y director de Jennifer 8) ha realizado sobre el reportaje original de Sydney Schanberg. Este repentino golpe de suerte, le valdrá a Ngor un Oscar (que dedicó a la memoria de su familia, asesinada en Camboya), dos premios de la academia británica (BATFA) y un Globo de Oro. Todo un logro, pues en conjunto la producción consiguió ganar tres de las siete nominaciones al
Oscar, ocho de los trece premios BATFA a que aspiraba, y uno de los seis Globos de Oro por los que optaba, además de
otros galardones de diversas asociaciones de la crítica estadounidense.
Por otra parte la valiosa BSO de esta película, única incursión de
Mike Oldfield como compositor por encargo para el cine, incomprensiblemente no tuvo tanta suerte en su aceptación popular; y sin embargo su gestación fue laboriosa y accidentada. En 1984 Oldfield simultaneaba la composición de esta banda sonora, con la edición de su disco Discovery y una gira europea de 50 conciertos. Oldfield no sólo estudia la música tradicional camboyana, sino que para conseguir un efecto óptimo con las imágenes, utilizaba un sincronizador de vídeo conectado a un
sintetizador Fairlight CMI (¡un auténtico encaje de bolillos!). Tras seis meses de trabajo, el director
Roland Joffé y el productor
David Puttnam no conformes con el resultado, hacen que Oldfield reescriba la banda sonora por completo, para ello Oldfield se apoya en su habitual colaborador
David Bedford que se encarga de los arreglos para orquesta, e incluso aporta la composición propia
'The Year Zero', todo esto supone otros tres meses de duro trabajo. Poco después el director decide recortar algunas escenas, lo que obliga a modificar de nuevo la banda sonora para disgusto del compositor. Lo azaroso de estos acontecimientos (¡un esfuerzo por triplicado!) fue motivo suficiente para que Oldfield renunciara a hacer ninguna otra contribución al mundo del celuloide. El estupendo resultado final responde al propósito del director: una música inquietante de composiciones breves adaptadas a cada escena, que pasan del minimalismo a lo coral o del folclore a lo más electrónico; podemos oír pasajes sobrecogedores y oscuros, difíciles de digerir sin la referencia cinematográfica. Incluye temas ya clásicos como el desconcertante
'Evacuation', y la versión de
'Recuerdos de la Alhambra' del compositor y guitarrista español
Francisco Tárrega, la cual Oldfield incluyó a última hora titulándola
'Etude'. Y pese a no estar incluida en la banda sonora, no perdáis de vista el emotivo efecto del
'Imagine' de
John Lennon en la escena final.
'Los gritos del silencio' es una película que nos habla de los desastres de la guerra, con especial énfasis en la vertiente humana y personal, resaltando algunas facetas como la
soledad, la
impotencia, y sobre todo la
amistad. Denuncia los horrores de este conflicto, como una llamada de atención y toma de conciencia, que dan testimonio del drama del ser humano forzado a recorrer el filo entre la vida y la muerte. Lo realmente impresionante de esta película es lo aséptico de los acontecimientos, no necesita recurrir a facilones recursos melodramáticos, ni recrearse mórbidamente ante los estertores del que agoniza, no precisa de sobreactuaciones desenfrenadas, los hechos en sí son mucho más terribles que todo eso... Si es que aún no la habéis visto, espero al menos haber despertado vuestra curiosidad por esta película. Es una historia que sin duda merecía ser contada, y difícilmente os dejará indiferentes.